Cuando comencé a escribir L’italiano viene scrivendo, no imaginaba que estaba emprendiendo un viaje que transformaría mi manera de enseñar, aprender y crear. Este libro nació de una búsqueda muy personal: entender cómo la escritura creativa podía convertirse en una herramienta para aprender italiano de forma viva, significativa y humana. A lo largo del camino descubrí algo esencial: aprender italiano es un proceso creativo, un recorrido en el que la imaginación, la experimentación y la expresión personal se unen para dar vida al idioma y hacerlo verdaderamente propio.
Durante mi formación como facilitadora creativa, descubrí que el proceso de creación —explorar, idear, construir y entregar— puede aplicarse a cualquier ámbito, incluso al aprendizaje de un idioma. Y eso fue lo que me llevó a comprender algo esencial: aprender italiano también es un proceso creativo.
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Aprender italiano no se trata solo de memorizar reglas o repetir estructuras. Es una experiencia de creación constante, donde cada palabra aprendida abre la posibilidad de mirar el mundo desde una nueva perspectiva.
Cuando aprendemos una lengua, creamos un nuevo modo de pensar, de sentir y de relacionarnos. Eso es creatividad en su forma más pura.
En el aula (y fuera de ella), la imaginación y la curiosidad se vuelven tan importantes como la gramática. Cada frase escrita o hablada es un pequeño acto de invención. Por eso, cuando invito a mis estudiantes a escribir en italiano, no les pido que lo hagan perfecto, sino que se atrevan a crear, a dejarse sorprender, a explorar el idioma como quien explora un territorio nuevo.
Esa es la esencia del método detrás de L’italiano viene scrivendo: un enfoque que une la escritura, la reflexión y la emoción para hacer del aprendizaje del italiano una experiencia creativa y significativa.
Exploración: descubrir la escritura como camino
Durante mucho tiempo quise escribir, pero no lo hacía porque pensaba que no tenía talento. Creía que la escritura era un don reservado a unos pocos. Pero cuando empecé a formarme en creatividad y escritura creativa, entendí que la creatividad es un músculo y que escribir no es cuestión de talento, sino de práctica, curiosidad y juego.
Escribir se convirtió en una forma de explorarme y pronto vi que esa misma curiosidad podía transformar mi forma de enseñar italiano. Comencé a usar consignas de escritura creativa en mis clases y noté algo revelador: los estudiantes aprendían con más placer, recordaban mejor y se expresaban con más naturalidad.
La escritura creativa les daba permiso para equivocarse, para imaginar, para encontrar su propia voz en italiano. Y yo entendí que el aprendizaje de un idioma no tiene por qué ser lineal ni rígido: puede ser una experiencia creativa de construcción de sentido.
Ideación: imaginar nuevas formas de enseñar y aprender
Después de un tiempo, había reunido un banco enorme de consignas creativas. Las usaba conmigo misma y con mis alumnos y cada sesión era una oportunidad para probar algo nuevo. Paralelamente, me adentré en estudios sobre creatividad, aprendizaje y escritura a mano.
De esa mezcla nació la idea del libro. Imaginé un espacio donde el italiano se aprendiera escribiendo, creando y conectando. No lo planeé demasiado: simplemente comencé a escribir, con el deseo de compartir lo que había descubierto.
Mi propósito era claro: mostrar que aprender italiano puede ser una experiencia creativa, más cercana a un proceso creativo que a una serie de ejercicios repetitivos.
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Construcción: dar forma a las ideas
La etapa de construcción fue un laboratorio. Tomé ideas, ejercicios, textos y lecturas y los fui transformando en propuestas didácticas reales. Fui dando estructura al libro mientras seguía enseñando.
Hubo momentos de duda, pausas y el inevitable síndrome del impostor. Pero cada vez que lo pensaba, recordaba a mis estudiantes y sus textos llenos de vida. Ellos me recordaban que enseñar también es crear y que cada clase es, de algún modo, una obra en proceso.
Finalmente, autopubliqué el libro, primero en PDF y luego en versión física y digital. Fue un proceso de aprendizaje, autonomía y fe en la creatividad.
Entrega: dejar que las ideas encuentren su lugar
Publicar L’italiano viene scrivendo fue como abrir una puerta. Ya no me pertenecía: era una invitación abierta a explorar el italiano desde la imaginación.
Con este libro quiero que mis lectores descubran que la escritura creativa no solo mejora el idioma, sino que lo transforma en una experiencia emocional, reflexiva y profundamente personal.
Porque aprender italiano no es repetir estructuras, sino crear significado a través de las palabras.
Y en ese proceso, el aprendizaje se vuelve un acto de creación.
Hoy miro hacia atrás y veo que este proyecto fue mucho más que un libro. Fue un espejo de mi manera de enseñar y de vivir el idioma: con curiosidad, con apertura, con deseo de conectar. L’italiano viene scrivendo nació de la certeza de que la creatividad no es un lujo, sino una forma de aprendizaje y de vida.
Si logramos ver el italiano —y cualquier idioma— como un espacio donde crear, imaginar y expresarnos, entonces el aprendizaje deja de ser una obligación y se convierte en una experiencia de descubrimiento. Ese es el verdadero sentido de aprender una lengua: crear un mundo propio dentro de ella.
