Roma

ROMA, 9 de septiembre de 2017

Caminar por Roma es dejarse sorprender a cada paso. No importa si recorres las calles más transitadas o las plazas escondidas, siempre aparece un detalle inesperado que te invita a detenerte: una iglesia que por fuera parece discreta y por dentro revela un cielo estrellado, un fresco que engaña al ojo o un rincón donde la historia convive con lo cotidiano. En esta caminata, entre iglesias, plazas y pequeños descubrimientos, la ciudad se convierte en un escenario perfecto para alimentar la imaginación y el alma.

Este blog es parte de una serie donde te cuento sobre mis viajes a Italia. Si quieres leerlo en italiano puedes hacerlo aquí.

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ROMA

Es lunes y comienzo la semana con mucha energía. Tanto, que decido caminar de nuevo por el centro de Roma; esta vez quiero detenerme en algunos detalles. Por ejemplo, el elefante de Bernini, que está justo detrás, a la izquierda del Panteón.

Es un obelisco pequeño, si lo comparamos con otros de Roma. Este descansa sobre un elefante, que a su vez está colocado sobre un pedestal muy decorado. Lo miro, le tomo algunas fotos. Lo observo desde distintos ángulos.

En esa misma plaza está la iglesia de Santa María sopra Minerva. Entro. Me gusta entrar en las iglesias, aunque no estoy segura de hacerlo para saludar a Dios. A veces sí.

Lo que más me llama la atención de esta iglesia es su techo azul y dorado. En algunas partes hay frescos que narran episodios de la historia católica; en otras, parece un cielo estrellado.

Por fuera no parece más que un edificio sobrio, pero al entrar se abre un gran espacio con bóvedas pintadas de azul.

En Italia no hay lugar que no me asombre. No hay lugar feo. Todo es una belleza generalizada. Me encantaría vivir en un sitio donde cada cosa que mire me sorprenda. Me encantaría vivir así.

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ROMA

Sigo caminando por las calles de Roma. Aún tengo tiempo antes de ir a clase. Quiero visitar otra iglesia: San Ignacio. Camino por las pequeñas calles, paso detrás del Panteón y, unos 300 metros más adelante, encuentro esta edificación. A diferencia de la anterior, sí parece una iglesia por fuera.

Al entrar, me quedo sin aliento. Es arte puro. Paredes y techos cubiertos de frescos que parecen cobrar vida. Son pinturas con una profundidad casi tridimensional, llenas de color.

Lo más asombroso es la bóveda central. Al mirarla, parece que contemplaras una cúpula real. El diseño es tan perfecto que es imposible no estar convencido de ello. Pero en realidad no hay cúpula: es un fresco pintado sobre una superficie plana. La ilusión es increíble. Puedes quedarte horas mirando hacia arriba, hasta acabar con tortícolis.

Es absolutamente extraordinario. Esa vista fue alimento para la creatividad y el alma.

Salgo desconcertada, preguntándome cómo alguien podía ser tan genial para crear algo tan inexplicable.

Camino unos 200 metros más hasta Piazza di Pietra. Parece una construcción del Imperio romano, rodeada de edificios más modernos. La plaza está formada por una serie de columnas de piedra bastante desgastadas; al fondo, una gran pared. Da la impresión de ser una mezcla híbrida entre antigüedad y modernidad.

Qué caminata tan hermosa. He paseado dentro de la belleza. Pero ya es hora de ir a clase.

Tras cuatro horas de atención plena al idioma italiano, regreso a casa caminando, naturalmente.

Paso por el Foro Imperial, el Mercado de Trajano y el monumento a Víctor Manuel II. Es como viajar al pasado. El atardecer empieza a teñirlo todo de un dorado profundo que ilumina esas paredes antiguas y acompaña mis pasos de regreso.

Antes de llegar a casa, entro en un bar cercano y disfruto un Spritz con unas papitas. El lugar se llama Propaganda. Lo veo todos los días, pero hoy decido entrar y hacer lo que hacen casi todos los romanos: tomar un aperitivo. Fue un día muy productivo, artísticamente. Regreso a casa cansada, pero feliz.

Soy Juana. Descubre mi viaje aprendiendo y enseñando italiano. Consejos, historias y pasiones desde el punto de vista de una eterna enamorada de Italia.

Soy devoradora de historias y respiradora de libros. Soy una coleccionista serial de habilidades.

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